UN LABORATORIO AL AIRE LIBRE
Hoy en Los Molinos hacía una mañana preciosa, así que de nuevo decidimos trasladar la actividad al patio y disfrutar del sol y de la temperatura, a la vez que nuestros chicos y chicas de la clase de los Osos ponían a prueba su ingenio con la propuesta de actividad que les planteamos. Nos reunimos todos en el arenero y volvimos a ofrecerles, tal y como hicimos la semana pasada, distintos contenedores (botes de tenis, tapones de diferentes tamaños, vasitos pequeños, coladores, embudos, cucharas, palas) y de nuevo fuimos humedeciendo la arena en las montañas que ellos fabricaban. Y comenzaron a jugar e investigar, si la arena está seca, el flan se derrumba, pero si está húmeda el flan sale precioso; si la arena está seca cae por el embudo y también por el colador, pero si está mojada no baja y tapa los agujeros; si la arena está seca no me mancha las manos, pero si está húmeda se me queda pegada en los dedos…
Hoy quisimos dar un paso más, llenamos las jarras de agua y se las ofrecimos a ellos para que pudieran incorporarlas en su juego y, además de disfrutar mojándose, esto es lo que fueron descubriendo:
El embudo y el colador no sirven para contener el agua, a medida que la echaban se iba derramando en el suelo, menuda cara de sorpresa se le quedó a más de uno, pero enseguida buscaron una solución y colocaron debajo un contenedor, chicos listos.
Con la jarra grande podían llenar varias veces la jarra pequeña, muchas veces más el vasito pequeño y muy pocas el bote de tenis. Estaban midiendo y comparando.
Si en un bote con agua echan tierra y la remueven no desaparece, al ratito se posa en el fondo; pero si echan demasiada arena, el agua sí desaparece. Sorprendente, haciendo disoluciones.
Como veréis hoy nuestro arenero se ha convertido en un verdadero laboratorio y nuestros chicos y chicas en auténticos científicos.